RTVCYL ¿es el modelo hacia el que caminan las televisiones autonómicas?

Es increíble el arte existente entre los responsables políticos para distraer la atención sobre lo relevante y salvaguardar constantemente el mismo interés. Tras el cierre de la Radio Televisión Valenciana, o mejor dicho, desde el anuncio de éste, se ha reabierto el debate sobre el modelo de televisión autonómica. Dejando de lado el otro debate, el de si es necesario o no que existan televisiones autonómicas o regionales, el imaginario político ha creado el dogma de que la televisión es deficitaria. Y lo es. Lo es por muchos motivos pero el primer motivo que ha convertido en deficitario el modelo de televisión PUBLICA autonómica ha sido las subcontratas a empresas afines, llegando a producirse en estas televisiones sólo una mínima parte de la producción, que acababa contratándose en manos de terceros.

Ahora la televisiones PÚBLICAS autonómicas ya no son rentables y los políticos tienen que soltar lastre pero sin perder el fin último para que ellos crearon las televisiones, seguir repartiendo el dinero. Por eso ahora todos quieren mirar otro modelo, el de las televisiones PRIVADAS con «subvenciones» PÚBLICAS. En esencia, para ellos, es lo mismo, el dinero de todos en manos de unos pocos, con ventajas como no tener que contratar gente mediante oposiciones (más fáciles de despedir y mucho más dóciles) y la posibilidad de la empresa de esconderse en su concepto PRIVADO para no darle cuentas a nadie.

¿El modelo perfecto?
Este es pues el modelo de televisión regional (que no autonómica) que existe en Castilla y León y hacia el que los políticos quieren mirar. Radio Televisión Castilla y León, propiedad del expresidiario Méndez Pozo y el imputado en la trama Gürtel, Jose Luis Ulibarri, es el modelo que nuestros políticos ponen de ejemplo. De entrada, observando el nombre de los propietarios, vemos que el modelo de adjudicación es el mismo, los amigos al frente de los chiringuitos.
A día de hoy se desconoce el dinero PÚBLICO que los castellanoyleoneses hemos pagado a esta empresa, aunque no sería inferior a los 20 millones de euros anuales. Hay que recordar que Hacienda reclamó a esta empresa 10 millones de euros por el impago del IVA de los primeros años y de cuya reclamación nada se sabe.

Esta empresa cuenta con cerca de 30 trabajadores, todos ellos trajeados. A partir de ahí existen varias contrataciones y subcontrataciones a empresas para las que trabajan varios profesionales de la comunicación en Castilla y León y Madrid y cuyos puestos de trabajo se han visto amenazados, desde 2009, cada navidad, con varios despidos año a año, coincidiendo con posibles rebajas de la cuantía que la Junta de Castilla y León aportaba a la empresa de Méndez Pozo.

Pero, aquí es donde viene la justificación mágica del político, es más barato que el otro modelo. Y es verdad, en el modelo de televisión PÚBLICA para que el dinero llegase a los amigos había que gastar el doble. De esta otra forma sólo nos gastamos el dinero de los amigos.

Frente a esta tesis había un cabo suelto. La competencia. Porque para que todo esto funcionase había que eliminar a la posible competencia. Al fin y al cabo, el modelo de Radio Televisión Castilla y León no es más que un grupito de gente subcontratando productoras de tv, algo que podría hacer cualquier persona. ¿Cómo controlar eso? Lo primero es crear una única licencia de Televisión Digital. De esta forma evitamos que, tras el concurso, llegue ninguna otra empresa con dinero privado que compita con productos más atractivos.
El segundo paso es permitir que compita en el concurso una empresa que llevaba más de 10 años emitiendo de forma pirata, como era el caso de «Burgos Cable Televisión» que fue cambiando de nombre hasta denominarse Canal 4.
Después, una vez adjudicado el concurso es cuando, de pronto, la Junta confirma el importe de una millonaria subvención anual, a parte de la adquisición de contenidos como la Champions League, un contenido de cercanía e información básica que, por lo visto, de no retransmitirse en RTVCYL se estaría vulnerando el derecho a la información de los castellanoyleoneses.

El cócktail estaba listo. Los amigos de la casa tenían una concesión única para emitir sin competencia recibiendo una generosa cantidad millonaria cada año que, aún así, no evitaba alguna zozobra económica que obligó al despido de varios trabajadores. Quizás por eso uno de los propietarios de RTVCYL, Méndez Pozo, mejoró las clausulas en su siguiente concesión, el Hospital Universitario de Burgos, donde tienen firmado por contrato un 7% de beneficio anual.

En definitiva, este es el modelo perfecto, perfecto para unos pocos.

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