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¿Qué ocurre con las promesas de los políticos que se quedan por el camino? ¿Publicidad engañosa? ¿Incumplimiento de contrato? ¿Caraduras?

Campaña Electoral PP Burgos (Mayo 2023)

Siete días quedan para la cita con las urnas. Cuando el próximo 28 de mayo los burgaleses nos dirijamosm a meter el sobre en la urna, se pondrá fin a un largo período de promesas y compromisos lanzados por unos y otros para convencernos de que son nuestra mejor opción.

Dichos compromisos son los términos de nuestro contrato con ellos. Pero ¿qué ocurre cuando se incumple ese contrato? Hagamos el spoiler antes: nada.

Y es que los compromisos electorales pueden romperse alegremente, antes incluso de llegar al ocupar un asiento en el Ayuntamiento.

De entrada, las promesas electorales no se visan de ninguna manera. Un político puede prometer acercar la luna a Burgos si gana y no incurre en publicidad engañosa. Los políticos prometen hacer cualquier cosa sin referenciarla en nada: Construir instalaciones sin especificar importe; rebajas y bonos en servicios públicos, sin cuantificar; promover actuaciones, sin saber si la norma lo permite… Y todo ello, sin tener idea del presupuesto real de la ciudad ni de donde quitar o poner nada.

Y aquí hay dos tipos de formaciones: las que no se van a comer un rosco y las que sí. Las que no, se saben libres de prometer lo que sea, con tal de arañar algún voto y, porqué no, sacar algún representante. En cuyo caso, nada de lo prometido será realidad nunca porque son conscientes de que no gobernarán. ¿Y qué pasa con el compromiso de esas formaciones con quienes le depositaron su confianza? Nada, un incumplimiento más de contrato sobre el que nada se puede hacer.

Peor es cuando quienes lo incumplen alcanzan cotas de mayor poder, sea en el Gobierno o en la oposición.

Hay múltiples formas de no cumplir con los ciudadanos y que no pase nada. La primera es, directamente, no cumplir con el 100% del programa electoral, simplemente porque sí. Esto se ha vivido durante los años de mayorías absolutas del Partido Popular, donde al término del mandato se presumía de haber cumplido el 80% o el 90%. ¿Porqué no el 100%?. Si el motivo era el presupuesto o la falta de agilidad municipal, volvemos a la casilla de salida, las promesas que se hacen sin visado ni fiscalización.

El segundo mejor motivo para no cumplir el programa es el cambio de normativa, aunque esta dependa de ti. Aquí hay un ejemplo reciente, la construcción de un recinto ferial en La Milanera que prometió Daniel de la Rosa en 2019 y para el que destinó dinero público en 2020. De pronto, el Plan General de Ordenación Urbana impedía destinar ese espacio para un recinto ferial.

El tercer motivo es no gobernar en mayoría. Así, tienes a alguien, como socio o no, que te obliga a aparcar tus promesas y a ceder parte de tu compromiso.

Y cuarto motivo es que el grueso de la población se te eche encima porque, varios años después de tu promesa, ésta ya no tiene sentido o la manera en la que la vas a ejecutar no es la adecuada. Todos recordamos el bulevar de la calle Vitoria de Javier Lacalle.

Sea como fuere, hemos llegado a un momento en el que la población sabe que los programas electorales son papel mojado y, hasta la fecha, no se conoce que jamás un responsable político o un partido hayan respondido judicialmente por el incumplimiento de las promesas electorales.

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