Méndez Pozo, como si de un chicle se tratase, estira sin sentido el centenario de la Catedral

Méndez-Pozo

Michel Méndez Pozo se resiste a poner fin a las celebraciones del centenario de la Catedral y convoca de nuevo a sus palmeros para inaugurar, en esta ocasión, una exposición en la que presumir del trabajo que ha hecho estos 5 años.

El expresidiario ha encontrado en la Fundación de la Catedral un juguetito amparado por las instituciones que la han hinchado de dinero este tiempo y, ajeno al sentir generalizado de los burgaleses, sigue pensando que la efeméride ha sido un éxito.

Pero lo cierto es que, si hablamos de celebraciones, el octavo centenario de la Catedral pasará a la historia sin pena ni gloria y con el dudoso honor de haber sido el que más presupuesto ha dispuesto para una programación de la que, eso sí, solo ha podido disfrutar un puñado de seleccionados.

Sin querer desprestigiar a los artistas invitados, lo cierto es que esta programación ha sido intrascendente, más propia de otra época y sin poder estar más alejada al sentir y deseos ciudadanos.

Méndez Pozo será recordado como el que plantó «El Jacoseto» en mitad del Paseo de Atapuerca para asombro de todos, también para quienes se topan con el armatroste en su paso por la ciudad y tienen que dar varias vueltas a su alrededor para saber de qué se trata.

También como el que organizó un cumpleaños con una tarta gigantesca en forma de número 800, que acabó en la basura tras la foto de rigor por el calor que hacía, motivo por el que la plaza Santamaría quedó cubierta de chorretones de chocolate.

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