La imagen institucional del Ayuntamiento de Burgos hace aguas por todas partes
Cuando nadie pilota una nave, ésta va a la deriva. Es lo que podemos ver, día sí y día también, en un Ayuntamiento que más bien parece la casa de tócame Roque.
El último episodio tiene como escenario la presentación de la memoria anual de los Bomberos de Burgos, donde alguien ha considerado que era buena idea poner en la portada de un documento municipal una portada, valga la redundancia, de Diario de Burgos.
Ya en el momento de verlo, el resto de medios de comunicación de la ciudad han mostrado su sorpresa y cierta sorna al ver que nada cambia.
Tal ha debido ser la sorpresa, que también entre la responsable de gabinete de comunicación o la propia concejal, han comentado la jugada instantes antes.
Por si fuera poco, para intentar enmendar la plana, han enviado la memoria en formato digital, introduciendo portadas y logotipos sueltos de otros medios de comunicación.
Insistimos, este Ayuntamiento funciona a golpe de ocurrencia. Porque, la primera pregunta es ¿qué dice el manual de comunicación e identidad corporativa del Ayuntamiento? Ese en el que debe figurar cómo se realizan estos documentos, que tipografía se utiliza, cómo se diseñan las portadas, los colores, los logotipos, los textos que pueden o no aparecer…
La verdad es que, visto lo visto, apenas parece que se use o, peor aún, da la sensación de que ni existiera.
La responsables de comunicación ni tan si quiera había visto el documento que desde Bomberos de Burgos han entregado a los medios de comunicación. Aquí cada área parece tener sus responsables de comunicación. Mucha gente para muchas cosas pero luego nadie es responsable de nada.
Sinceramente, cuesta mucho entender cómo funciona un Ayuntamiento que exige respeto constante para todos pero que luego es el primero en faltar al respeto a los demás. ¿En qué otras cosas está el gabinete de comunicación del Ayuntamiento de Burgos si no es en esto?
Pero claro, qué puede esperarse de un Ayuntamiento en el que su responsable, el alcalde de la ciudad, decide, sin sonrojo ninguno, a qué medios de comunicación acudir y a cuales no. Por debajo de eso, cualquier cosa entra dentro de lo normal.
