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La diócesis burgalesa inaugura su archivo en presencia del nuncio de Su Santidad

La Diócesis burgalesa cuenta ya con un nuevo archivo documental donde conservar datos desde el siglo XI. Fue el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini el encargado de inaugurar las nuevas dependencias en compañía de varias autoridades civiles y eclesiásticas entre las que se encontraba el propio arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín.

Estas nuevas dependencias cuentan con modernas instalaciones que aseguran la conservación de los documentos del archivo. Se ha optado por un sistema de archivos modulares compactos que optimizan el espacio y minimizan los pasillos de acceso a las estanterías. Así se consigue triplicar la capacidad del anterior archivo.

La nueva sala pasa de unos 1900 metros lineales de estantería a un total de 4.660, con posibilidad de aumentar hasta 6.000 metros en un futuro, ya que se han dejado dos salas sin amueblar.

Las instalaciones cuentan con novedosos sistemas de protección contra incendios, mediante un sistema de extinción automática de gas FE-13, que permite sofocar el fuego sin dañar los documentos.

El archivo diocesano se divide en dos grandes secciones, por un lado, el archivo diocesano, en el que se recogen documentos de carácter institucional a nivel diocesano y actividades pastorales de distintos departamentos. Por otro lado, se encuentra la sección de fondos parroquiales; esta sección recoge los archivos de 1145 parroquias y cuenta con 60.000 volúmenes.

A lo largo de 2013 las dependencias del archivo recibieron 1.200 visitas y se atendieron más de 8.000 consultas.

La obra total del nuevo archivo ha supuesto un total de casi 2 millones de euros, de los cuales corren a cuenta de la diócesis debido al superávit de los ejercicios anteriores.

Desde el año 1068 la diócesis de Burgos empezó a generar una gran cantidad de documentación constituyendo así el archivo diocesano. Durante años compartió emplazamiento junto con el archivo catedralicio hasta el siglo XIII que se separaron. En 1812 el palacio arzobispal sufrió el ataque de las tropas francesas y el archivo se incendió produciendo la desaparición de gran cantidad de documentos. Ya en 1982 el archivo se traspasa a la casa episcopal hasta ahora que se ha trasladado a las nuevas dependencias situadas en la Facultad de Teología de Burgos.

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