El zasca del PP al PSOE por insultos en redes, tras mostrar mensajes de Antonio Fernández Santos

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En el turno plenario para hablar de cosas que no tienen que ver con Burgos, el PSOE ha querido elevar a la sesión de este mes de noviembre la reprobación y el reproche de los insultos recibidos por parte del vicealcalde de la Junta de Castilla y León, Fernando Martínez-Acitores y el procurador en Cortes por Burgos, Iñaki Sicilia, ambos de Vox.

El debate, que podría haberse celebrado en un bar o en cualquier otro lugar, puesto que la votación no tiene ninguna transcendencia, no dejaba de ser interesante. No hay que confundir, no obstante, que la charla sea positiva con que tenga sentido en el Pleno Municipal.

Desde las filas del Partido Popular, han aprovechado para condenar los mensajes y actos violentos recibidos en todas las sedes políticas, incluidas las del PSOE, pero no han dejado pasar la oportunidad de recordar y mostrar uno de los tantos mensajes que el ex jefe del gabinete de alcaldía de Daniel de la Rosa, Antonio Fernández Santos, cuando llamó corruptos a todos los votantes del Partido Popular.

El propio De la Rosa ha querido restar trascendencia para marcar la diferencia entre quienes obstentan cargos públicos, a los que se les debe exigir «ejemplaridad» y el resto de los ciudadanos a los que se les debe exigir «respeto». Sin embargo, pese a que el ex alcalde ha querido recordar que condenó aquel mensaje de Fernández Santos, solo aquel, no ha querido entrar en el fondo de la cuestión. Porque el ex jefe de gabinete de alcaldía permaneció en su puesto hasta el último día del mandato. Su puesto solo dependía de una persona, del propio alcalde. Es decir, aquí se produjo falta de respeto por parte de alguien que no obstentaba un cargo político y una falta de ejemplaridad de la máxima autoridad de la ciudad.

Pero De la Rosa ha intentado dejar claro que no es lo mismo. Pese a que en la sesión de este viernes le han recordado varios de los insultos vertidos por ese y otros concejales, incluído el propio De la Rosa durante la última campaña electoral.

De lo que se trataba era de aprovechar el punto para eliminar los nombres propios y hacer una proposición que condenase todos los insultos y actos vandálicos, algo que el PSOE ha rechazado porque se perdía la esencia de la misma, que no era otra que reprobar a Juan García Gallardo, restando importancia a las demás.

Con independencia del resultado, puesto que se ha rechazado y tiene la misma trascendencia real que si se hubiera aprobado, lo cierto es que el insulto en la política se ha normalizado. La cosificación de los cargos públicos y los reproches elevados de tono por parte de concejales, diputados, procuradores, presidentes, vicepresidentes y demás cargos electos, está tan integrada, que provoca en los seguidores de los partidos el mismo efecto hacia quienes piensan de forma contraria. Si el líder de mi partido insulta al del otro partido, yo podré hacer lo mismo con mi vecino, si es del partido opuesto.

Mal vamos si empezamos a matizar los insultos y valorarlos en función de cada cargo, de si es oposición o gobierno o si es concejal o procurador. Porque la tensión en la calle empieza por la tensión en los parlamentos locales, autonómicos o nacionales.

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