¿Cuándo pagarán los políticos el dinero que pagamos por sus errores?

La responsabilidad política no puede ser algo que se valore una vez cada 4 años y sin más consecuencias, en el peor de los casos, que alguien pase de estar del Gobierno a la oposición.
La anulación del contrato de la Zona de Bajas Emisiones implica costes reales para la ciudad. Los primeros, los que se deriven de la resolución del contrato con Etralux; los segundos, dependiendo de la celeridad municipal, el riesgo de perder los Fondos Europeos.
Pero ¿porqué tienen que pagar los ciudadanos? Los responsables políticos levantan las manos, como el defensa en el área ante la caída del jugador rival. La política es muy sencilla, en este apartado. Se toman decisiones y se asumen, de boquilla, las consecuencias de las mismas.
En el mandato pasado, por ejemplo, el Ayuntamiento de Burgos perdió una subvención de 400.000 euros por enviar la solicitud días después de haber finalizado el plazo para la misma. Empezó entonces un vendabal para culpar a la Junta por cambiar el formato, a un técnico del Ayuntamiento y, finalmente, los dedos empezaron a señalar al entonces concejal David Jurado. ¿Qué ocurrió? Nada. Burgos se quedó sin el dinero y nadie tuvo que ponerlo de su bolsillo.
También durante el pasado mandato, una técnico municipal, Pilar Martín Abad, dejó caducar hasta en 3 ocasiones el expediente sancionador por el derribo de la fachada del Niño Jesús. Una sanción que podía alcanzar los 300.000 euros. ¿Qué ocurrió? Nada. La técnico en cuestión no fue ni expedientada. Al revés, tras conseguir plaza en el Ayuntamiento ha recibido suculentas sumas de dinero en concepto de horas extra.
Nos enfrentamos ahora a otros costes, los derivados de la resolución del contrato. ¿Qué ocurrirá? Nada. Ni Daniel de la Rosa, ni el anterior concejal de movilidad, Levi Moreno, o el de vías públicas Adolfo Díez, van a sacar de su bolsillo el dinero necesario para abonar dicha cantidad.
Pero, ¿lo exigirá el Equipo de Gobierno? O, tal vez, por aquello de evitar que la cosa les pueda salpicar en el futuro, jugarán la carta de la responsabilidad política.
Una carta que se basa en decir que ellos son de otra pasta y que su trabajo se valora por parte de los ciudadanos en las urnas y, todo lo demás, no va con ellos.